viernes, 24 de abril de 2020

La regulación del precio de las mascarillas

Buenos días,

Mucho se está hablando estos dos últimos días de la controvertida regulación del precio de las mascarillas.

Sin entrar a valorar el asunto desde un punto de vista político, si me gustaría hacer una reflexión sobre porque pienso que no es la idea más acertada, desde un punto de vista económico.

Lo voy a plantear como una concatenación de sucesos, estableciendo de primeras unos valores de partida (estimados), simplificando al máximo y suponiendo que las mascarillas se venden sólo en farmacias.

PVP mascarilla (en situación normal de libre mercado); 2,54€ (con IVA)
Coste mascarilla (proveedor): 1,5€
Otros costes (alquiler, empleados, suministros...) por mascarilla: 0,3€
Margen que pone el farmacéutico: 0,3€ (14,28%)
Impuestos (21% IVA): 0,44€
Precio regulado de mascarilla: 0,95€ (con IVA)

¿Qué pasa si el farmacéutico tiene que vender la mascarilla a 0,95€? Es fácil. No sólo no gana sino que pierde dinero, ya que 0,95€ (0,78€ sin IVA) < 1,5€ + 0,3€ ¿Y cuál es entonces la concatenación de sucesos, teniendo en cuenta este punto de partida?

A farmacéutico le obligan a vender a 0,95€ > Farmacéutico pierde dinero > No le compensa vender mascarillas > No importa/adquiere mascarillas > No hay mascarillas en el mercado pese a una alta demanda (desabastecimiento) > Los avispados de turno ven la oportunidad > Se importan mascarillas en paralelo > Se crea un mercado negro > Como la demanda no ha bajado y ya está la venta fuera de "canal oficial" el precio sube.

Conclusión: pasamos de tener mascarillas a 2,54€ (suponiendo un margen bajo de 14,28% para el farmacéutico) a tenerlas a 4€, 5€ o 6€, y sin pagar impuestos.

Indudablemente, si hay escasez y una alta demanda, en una situación de libre mercado, el precio tenderá a subir y habrá gente que se aproveche, pero en cualquier caso, ese precio será siempre inferior al del mercado negro. ¿No sería mejor establecer, de forma momentánea, un precio mínimo garantizando siempre un beneficio para el farmacéutico o vigilar prácticas abusivas, antes que establecer un precio regulado que no cubra costes?

No sé a vosotros, pero a mí no me salen las cuentas. 

Un saludo,

Javier

martes, 21 de abril de 2020

El coronavirus como elemento disruptor

Buenos días,

Muchas vueltas he dado para escribir este artículo. Llevo pensando desde hace semanas como enfocarlo, y en todo este tiempo, el enfoque ha evolucionado.

Es inevitable en estos días, y mucho me temo que semanas y meses, hablar del dichoso Covid19, más conocido como coronavirus. No soy médico, ni sé de epidemias, ni matemático, por lo que cualquier tipo de análisis en ese aspecto se lo dejo a los expertos, aunque indudablemente tengo mi opinión al respecto, al igual que llevo un seleccionador nacional de fútbol dentro de mi.

Pero lo que si soy es una persona que reflexiona sobre el entorno y el mundo que me ha tocado vivir. A veces mis reflexiones son correctas y coherentes, y las más me equivoco, pero eso no me impide seguir observando y pensando.

Durante la Segunda Guerra Mundial, por poner un ejemplo de catástrofe humanitaria, surgieron avances en muy poco tiempo, que han tenido un impacto muy relevante en la humanidad: el radar, la energía nuclear, la penicilina, el motor a reacción, la cohetería... En momentos de crisis, el ser humano es capaz de inventar y desarrollar más rápidamente, en cualquier campo, cualquier tipo de idea para ganar una ventaja competitiva frente al enemigo.

Por otra parte, como gran admirador de lo Simspons que soy, nunca se me olvidará esa escena de un capítulo en el que Lisa dice algo así como: "Papá, sabes que los chinos usan la misma palabra para definir crisis y para definir oportunidad", y Homer, el gran Homer suelta un "mmmm, claro, CRISISTUNIDAD". He usado Google translator para averiguar si esto es cierto, pero no me ha quedado nada claro. Pero por otro lado, he buscado en Google y he encontrado esto (copiado y pegado de este enlace):

Se dice que en China emplean, para representar “crísis” un ideograma mezcla entre el de peligro y el de oportunidad (la palabra “crisis” (危机, weiji, se compone de dos ideogramas: Wēi (危) que se traduce como “peligro” y Jī (simplificado: 机, tradicional: 機) que, entre varias acepciones (como por ejemplo máquina o avión), se puede traducir como “oportunidad”.

En cualquier caso, en esas estamos. Estamos en crisis y, a corto plazo, la prioridad es resolverla de la forma más rápida y eficiente posible, cuidando la salud de las personas, sin olvidar tener un ojo en la economía. Pero de una crisis como esta, se pueden extraer también elementos y aprendizajes muy positivos, como de la Segunda Guerra mundial. El primero, establecer protocolos para que esto no vuelva a pasar. Y el segundo, es como el haber agitado este árbol, puede servir a las empresas para cambiar su forma de trabajar, de vender, de conseguir clientes, de mejorar sus procesos, o de fomentar el teletrabajo... Y es en este último punto en el que me voy a centrar.

Tengo la gran suerte de poder trabajar en una empresa, que no sólo ha sabido reaccionar rápidamente ante la crisis, facilitando la vida a los que somos sus empleados mediante acciones de conciliación laboral y familiar, sino que también ha tenido un detalle, o más que un detalle con todos sus clientes. En cuanto a los empleados, y por resumir, en cuanto las autoridades han decretado medidas de emergencia, la empresa ha habilitado la posibilidad de teletrabajar, sin límite de días para conciliar vida laboral y familiar cuando los hijos no tienen colegio y para limitar, en la medida de lo posible, la propagación del virus. Se nos ha dotado de las herramientas necesarias, y de de confesar, que en mi entorno, el resultado ha sido un rotundo éxito. Compañeros motivados, adaptados a las herramientas y sacando los proyectos adelante como si estuviésemos en la oficina. 

Pero no es oro todo lo que reluce, y sin duda el teletrabajo tiene también sus inconvenientes:

- falta de contacto humano, nos podemos convertir en personas más asociales.
- la información y el conocimiento no fluyen de la misma manera en remoto que en presencial
- para algunos, el teletrabajo puede convertirse en más tele que trabajo (frase que me ha transmitido mi amigo Andrés.
- se puede llegar a caer en la desidia. 

La conclusión a la que llego es que el teletrabajo, y reinventarse en ese sentido (para aquellos puestos en los que se pueda) será fundamental en el corto plazo, Y muchas empresas y trabajadores que no se adapten, dejarán de ser competitivos.

Y hasta aquí es hasta dónde en principio quería llegar. Pero con transcurso de las semanas y ver como ha ido evolucionando la situación, me ha dado por reflexionar sobre otros puntos. 

A nivel político. Esto ha sido un desastre de gestión. Y un desastre que ha provocado dolor, muerte y anticipo que una terrible crisis económica que sufriremos durante los próximos años. Y yo me pregunto. ¿Cómo es posible el nivel tan lamentable que tienen lo políticos que son responsables de gestionar los inmensos recursos que tiene el Estado? Nos gobiernan unos indigentes intelectuales, que sólo están ahí porque se han sabido vender, o porque en cualquier otro trabajo se morirían de hambre. Esto no va de vender humo, va de gestionar con eficiencia, y se ha demostrado que ante una crisis, los políticos han velado más por su interés partidista y por su rancia ideología que por las personas. Debería ser el gobierno de los mejores, de los más preparados, de los que tienen experiencia en sus campos, no de los que más vociferan.

A nivel territorial. Esto de las autonomías, los cabildos, las diputaciones, las provincias, los ayuntamientos... es un derroche total de recursos y una ineficiente forma de gestionar el día a día y menos aún una crisis de proporciones gigantescas como la que estamos padeciendo. No tiene sentido tener 17 centros decisores independientes. No funciona. 

A nivel de formación. En cuestión de semanas, la formación se ha tenido que reinventar. Profesores, padres, alumnos de todas las edades. Se han puesto en marcha, en cada colegio y universidad, planes para continuar con la formación de los alumnos, con mayor o menor fortuna. Esta situación puede ser una oportunidad para que expertos del sector, reflexionen sobre como adaptar la educación a nuevos paradigmas, y lancen un plan nacional de teleformación, unificado y partiendo de los aprendizajes que este virus nos ha proporcionado. 

A nivel industrial. Menos magalufes y más industria y tecnología. Este punto lo desarrollaré en una próxima entrada.

Y muchos más puntos, como por ejemplo que las telecos no son una "commodity", son un bien de primera necesidad, y eso la sociedad lo ha entendido a raíz e esta crisis. O como nuestro hábito de consumo. Ahora que muchas personas no tienen alternativa, ¿se habituarán a la compra online en un futuro? ¿Dejaremos de ser, en España, personas tan sociales y dejaremos de visitar tanto los bares?

A partir de ahora, no se podrán entender muchos sectores como comercio minorista, educación, administraciones públicas... sin que tengan una fuerte presencia online y sin que se hayan transformado digitalmente. Estamos en momentos de cambio, y una negativa ciega a enfrentar los hechos y a aceptar la necesidad de cambio en un momento de cambio sólo hará que salgamos peor de lo que entramos en esta crisis. Capaces somos.

Cuidaros mucho en estos tiempos de crisis, y cuidad a vuestros mayores.

Un saludo,

Javier