domingo, 23 de febrero de 2020

A mí que me lo demuestren

Buenas tardes,

Os voy a contar una bonita historia de resistencia.

¡A mí que me lo demuestren! Es una frase lapidaria. Pero detrás de ella, se muestra un profundo nivel de cerrazón mental.

Vamos a realizar un ejercicio de suposición. Suponemos que, una empresa con digamos, más de 50 años de historia, de relativa exitosa historia, celebra su reunión anual de directivos en la que, como todos los años, el presidente de la compañía y el director general presentan los resultados del ejercicio pasado y los retos a los que se enfrenta la empresa en el futuro. Los resultados obtenidos no son malos del todo (quizás demasiado beneficio extraoperacional) y el ambiente es tranquilo y positivo. Hasta ahí todo correcto. 



Después de los aplausos llega el turno del invitado externo. La tradición dicta que, en esta reunión anual, se invite a una persona que haya destacado en algún campo, empresarial, deportivo... a que de una charla, cuente sus vivencias y experiencias y transmita un mensaje a los directivos de la organización. Ni que decir tiene que, personalmente, me parece una gran idea. Bueno, pues resulta que este año el invitado es el director de una empresa relacionada con negocios en internet (vamos a dejarlo ahí para no personificar en nadie). El motivo por el que se invita a esta persona, es que, en la alta dirección se han oído campanas. No se tiene mucha idea de dónde proviene el sonido, pero hay dos palabras que han escuchado. Dos palabras que de forma independiente tienen sus significados, pero que en conjunto son como un canto de sirena: "transformación digital". 

resistencia al cambio"¡Ostras!", debieron pensar en esta compañía. "Esto está de moda y sería cojonudo hablar de ello en la reunión de directivos". Y dicho y hecho. Y ahí está el director de esta compañía de internet (insisto, simplificación máxima) dando su charla. Asombro generalizado. Sabías palabras las escuchadas por el auditorio. Sonoros aplausos en la salón de eventos. Todo el mundo motivado y entusiasmado con el mensaje transmitido. ¿Todo el mundo? No. Todo el mundo no. Resulta que una de las personas con más peso en la organización, que aglutina bajo su dirección departamentos clave de la empresa, en "petit comité" dijo, henchido como un pavo, "esto de la transformación digital es un cuento, a mí que me lo demuestren".

Sobran los comentarios ante tal demostración de estulticia, de falta de conocimiento de la realidad y de poca visión empresarial. Por desgracia, este tipo de reticencias al cambio y el apoltronamiento mental en numerosos directivos de empresas españolas son una realidad.

Esta es una historia inventada (o no). Pero estoy convencido que se ha dado en muchas reuniones anuales en los últimos años. Para tener éxito en la transformación digital, y que realmente sea un motor del cambio y del crecimiento, lo primero que hay que hacer es cambiar las obsoletas mentalidades de muchas personas, que no quieren salir de su zona de confort, y que no se dan cuenta que, con su actitud, provocan más mal que bien a la evolución de las empresas. Todo cambio requiere de un esfuerzo, y el que no lo quiera ver así, está de más en una organización. Y hablo desde las personas con más peso, hasta los de nivel más bajo. 

La transformación de las organizaciones no es un asunto estanco, es transversal y vertical en todos los estamentos y en todos los departamentos. La era digital implica nuevos retos para las empresas, que se ven obligadas a anticiparse y a reinventarse si quieren sobrevivir a este nuevo entorno. Conocer mejor a los clientes, saber cómo satisfacer sus necesidades de manera ágil y competitiva, crear un entorno favorable para la creatividad de los empleados y contar con un equipo directivo abierto e innovador, son algunas de las claves a tener en cuenta en el proceso de transformación digital de las empresas.

Un saludo,

Javier

sábado, 8 de febrero de 2020

El Corte Inglés y la omnicanalidad

Buenos días a todos

A raíz de mi anterior entrada sobre empleabilidad senior, un buen compañero y gran tipo, Enrique García (quedaos con el nombre ya que dará que hablar en el futuro) me recomendó el libro "Silver surfers" de Raquel Roca. Como Enrique en cuestión me parece una persona de fiar, pues decido comprar el libro.

Primeramente, lo busco en Amazon. Está, con entrega al día siguiente. Pero como tengo que ir al final de semana a El Corte Inglés a mirar otra cosa, en vez de comprarlo el lunes a través de Amazon, decido comprarlo en ese centro comercial, previa verificación de disponibilidad y precio. Me digo a mi mismo que, como no tengo prisa y compro mucho en Amazon, voy a hacer gasto también en otra empresa. 

Llega el viernes, me acerco al centro comercial en cuestión, me dirijo a la librería y después de una rápida búsqueda y al no encontrarlo, decido preguntar. Me atiende una amable dependienta, de unos 55 años (indico la edad ya que me parece relevante para mi posterior reflexión) y solícita ella, inicia la búsqueda del título en la base de datos. Al cabo de pocos segundos, me dice que no está disponible en tienda, pero que si quiero lo puede solicitar y que llegará el martes. Descarto tal opción ya que quiero empezar a leerlo el fin de semana, y me da pereza volver a la tienda sin necesidad. Un minuto después y mientras me dirijo a otro departamento, ya había comprado el libro a través del móvil en Amazon.

Esta anécdota, que supongo le habrá pasado a mucha más gente,me hace reflexionar sobre varios puntos:

1- El modelo de venta de El corte inglés, y su falta de desarrollo del concepto de omnicanalidad. Si un cliente va físicamente a la tienda, dese la misma tienen que ser capaces de dar respuesta a la necesidad de dicho cliente y de cerrar la venta ahí mismo, sea como sea.

2- Una cultura empresarial obsoleta y no adaptada a los nuevos paradigmas comerciales y que no sabe enfrentarse a empresas con otra forma de ver las cosas. Actores como Amazon son nativos digitales, juegan en otro plano, y ahí es dónde hay que competir.

3- Una trabajadora que no ha querido o no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, y que no ha entendido que el escenario ha cambiado, que ya no se vende como hace 20 años, y por lo tanto es una persona que ralentiza el avance de la empresa. Probablemente su edad y falta de formación específica no la hagan ver la importancia de asimilar y adaptarse al cambio. Esto es culpa de la empresa, por no haberlo incorporado a su ADN y culpa de esta persona por no haber tenido la inquietud de aprender y desarrollar nuevas habilidades comerciales.

En mi opinión, ¿qué hubiese sido lo óptimo? Pues ante la no disponibilidad del libro en tienda en ese momento, pues que la trabajadora me hubiese ofrecido, no sólo la opción de traerlo a la tienda, sino la opción de que me lo mandaran a casa, idealmente en el mismo plazo que lo hace la competencia. Esto es omnicanalidad. Empezar la compra en un lado (tienda fisica) y acabar recibiéndola en casa como si hubiese hecho un pedido online. El no haber desarrollado este sistema o concepto, es culpa de la empresa. Otro escenario que se hubiese podido dar es por ejemplo, la trabajadora no lo puede hacer directamente desde su ordenador, pero si es consciente que el libro está disponible en la web del Corte Inglés, haberse ofrecido a ayudarme a hacer la compra online del libro. De esta forma, mi dinero se hubiese quedado en la empresa, lo que hubiese redundado positivamente en ella, quizás no directamente, pero si indirectamente. 

La duda que me queda es, si la culpa de no haber finalizado la compra es de la empresa por no tener desarrollada una correcta estrategia omnicanal o de la trabajadora que no la supo aplicar si el Corte la tiene desarrollada. En cualquier caso, este tipo de fallos hacen que muchas compras y muchos millones de euros pasen a la competencia.

Os podéis lícitamente preguntar por qué no hice el pedido a través de la web del Corte, en vez de en Amazon, si mi intención era gastarme ese dinero en la empresa. Muy sencillo. A igualdad de canal, Amazon me lo entregaba al día siguiente sin cobrarme y sin gastos de envío (además de la sencillez de la compra en 1 click) mientras que con el Corte tenia que esperar 4 días y me cobraban 1 euro adicional.

Vaya por delante (o más bien por detrás, que ya estoy terminando la entrada), que El Corte Inglés me parece un modelo de empresa en muchos sentidos, y que siempre han tratado al cliente, o por lo menos a mí, de forma excepcional. Pero todos los negocios tienen que adaptarse a los cambios, si no, su futuro será, cuanto menos, incierto. 

Un saludo,

 Javier

PD: He escrito esta entrada desde el móvil, aunque la haya terminado desde el ordenador para subir las fotos. Ventajas del multidispositivo. 

domingo, 2 de febrero de 2020

Empleabilidad senior

Hola a todos,

Habiendo entrado en la cuarentena hace relativamente poco (y no, no hablo afortunadamente de estar infectado por el coronavirus, hablo de la edad), hay un tema que me ha empezado a rondar la cabeza, y sobre el que hasta ahora, por edad, no me había preocupado lo más mínimo. Pero el tiempo pasa, las personas evolucionamos y maduramos, y lo que a los 30 nos parece una nimiedad, a los 40 se plantea como, al menos, una pequeña preocupación. Y me estoy refiriendo a la empleabilidad más allá de los 40.

Esta reflexión que hago, ha venido desde varios caminos. Uno ha situado vivir una situación de ERE con despidos y prejubilaciones que han afectado a muchas personas dentro la organización. Otro ha sido conversaciones con compañeros de trabajo mayores que yo en las que han expresado sus inquietudes, dudas y miedos. Otro ha venido a través de LinkedIn, dónde he podido leer historias, tanto malas (personas con más de 50 años que llevan desempleadas más de 3 años y que estaban sufriendo, no sólo económicamente, sino sobretodo emocionalmente) como buenas (otras personas que daban gracias a empresas y empleadores por haber confiado en ellas, independientemente de su edad). Otro ha sido un caso cercano de un amigo que se encuentra en esta situación complicada de edad y desempleo. Todos estos "inputs" han confluido en mí, y me han hecho reflexionar sobre mi situación persona. Empatizo con todas estas historias ya que, antes o después, llegaré a estar en esa situación.

En muchos casos, la situación es complicada. Una hipoteca, unos hijos, unos gastos a los que sí o sí tienes que hacer frente. Eso añade una presión añadida y creo que impacta tanto emocionalmente, que puede llegar a afectar a la persona que sufre esta situación (y lo peor creo que es la sensación de no valer para nada), como a su entorno más cercano.

Sin embargo, y soy una persona optimista, creo que esa situación a futuro no va a ser grave (ahora explico el porqué). Parto de la base de que esto es una reflexión personal "amateur", que no soy ningún experto en la materia y que puede que esté totalmente equivocado.

¿En qué me baso para pensar que esto a futuro no va a ser un problema grave? En la pirámide poblacional de España. Como podéis observar en el gráfico de la derecha, la situación actual (datos 2018) es que la mayoría de la población por tramos de 20 años, estamos entre los 35 y los 55 años, y que en 15 años, entre los 50 y los 65. Esto me lleva a pensar que todo este grupo de personas, que físicamente y mentalmente estamos y estaremos en condiciones óptimas, tendremos muchas oportunidades, ya que empleando sólo a gente más joven, el sistema no se sostendría (ni consumo, ni cotizaciones ni nada).

Es verdad que, por desgracia, el empleo juvenil en España tiene unos índices demasiado elevados. Pero también es cierto que, desde hace unos años, la tendencia es priorizar la contratación de jóvenes, muchas veces motivado por unos salarios más bajos y escudándose en excusas tan malas como "tienen más energía" o "entienden las nuevas tecnologías" o "son nativos digitales". Ni blanco ni negro creo yo. Cierto es que la juventud aporta una serie de ideas nuevas a las empresas. Pero también que la experiencia es un grado nada desdeñable. 

Para finalizar me gustaría hacer una última reflexión sobre lo que, los que hemos entrado en la cuarentena y más, deberíamos hacer. Y lo primero es la actitud. Sin actitud no se consigue nada. Las ganas, la voluntariedad, la energía, la inquietud por aprender... hay que traerlas de casa. El segundo punto es la formación continua. IoT, 5G, métodos Agile de trabajo, comercio electrónico, blockchain... Existen muchos conceptos, muchos campos que hay que aprender y sobre los que hay miles de páginas, cursos, masters que nos pueden ayudar a conocerlos y a estar al día.

En definitiva, contar en los equipos, a todos los niveles, con personas senior es una necesidad ya que estas personas van a aportar un estado físico que será capaz de aguantar "lo que les echen", un estado mental que les permitirá adaptarse y aprender y que junto con la experiencia (que eso sólo lo dan los años y las vivencias) harán de ellos, de nosotros, unos trabajadores formidables.

Os invito a ver la película "El fundador" sobre como una persona, con 55 años fundó McDonalds y como se adaptó, aprendió, innovó y aplicó su experiencia (y un poco de malas artes) para crear un imperio.

Un saludo,

Javier